El creador de Twitter: un excéntrico magnate que cobra un dólar al año

2022-05-28 05:14:11 By : Ms. Jane Guo

Guerra Ucrania-Rusia | Últimas noticias del conflicto bélico en Europa

Jack Dorsey dando una charla en San Francisco

Jack Dorsey es uno de los máximos ejecutivos más peculiares de Silicon Valley, y también uno de los más exitosos. Ha fundado dos compañías tecnológicas grandes: Twitter y Square, valoradas en unos 53.000 millones de euros entre ambas. También es el director ejecutivo de ambas. Por la mañana deja su apartamento de lujo en San Francisco para trabajar una jornada completa en Twitter. Cuando acaba, cruza la calle al bloque de al lado para hacer otra jornada completa en Square.

Lleva haciéndolo cuatro años, desde que en 2015 fuera nombrado director ejecutivo interino de Twitter, un puesto que se hizo permanente un año después. Cuatro años trabajando jornadas de 18 horas al día pueden ser agotadores. No para él. En diversas ocasiones Dorsey afirma que lo consigue gracias a tener dos grandes equipos de lugartenientes en ambas compañías en los que delegar.

A pesar de su esfuerzo, no tiene salario en ninguna de ambas empresas. En Twitter cobró 1,40 dólares en todo 2018, y fue la primera vez que ingresó un salario, tras rechazar cualquier tipo de compensación en 2015, 2016 y 2017 “como testamento de nuestro compromiso y fé en el valor de Twitter a largo plazo”, indicaba en uno de los últimos archivos financieros trimestrales. Estos 35 centavos de media al año se compensan por la gran cantidad de acciones que posee de ambas compañías. Una estrategia financiera relativamente común entre miembros de las élites empresariales. Jack Dorsey posee aproximadamente unos 5.000 millones de euros en acciones de Twitter y Square.

Más allá de sus hábitos laborales, recientemente el New York Times publicó un amplio perfil en el que reconstruían su día a día en base a las declaraciones del propio Dorsey y de allegados. Va caminando al trabajo, practica el ayuno intermitente que solo rompe una única vez al día. El propio diario neoyorquino lo describía con aspecto “monástico”, “muy delgado” y “más pálido” que antes. A sus 42 años sus profundos ojos azules expresan una curiosa sensación entre paz y tristeza.

Su prominente posición ha elevado el escrutinio a sus elecciones de ocio y relax personal. En 2018, para celebrar su cumpleaños, Dorsey se retiró durante dos semanas a Birmania para realizar meditación “Vipassana”, en silencio absoluto durante 10 días. A su vuelta relató la experiencia como un rito de descubrimiento personal para retirar el sufrimiento, y el país como “lleno de felicidad” y “absolutamente bello”, a pesar de estar en un estado de post-guerra civil tras los genocidios perpetrados por budistas hacia los musulmanes de la etnia rohingya. Las críticas llovieron durante días con fervor en la plataforma social que dirige.

Este incidente solo exacerbó el interés público por la vida privada del directivo. Una vida que hasta ahora ha mantenido totalmente relegada del ámbito público y que raramente ha comentado en sus más de 25.000 mensajes escritos en 13 años en Twitter. Sus hábitos alimenticios son discutidos y su aspecto físico y vestimenta analizado, pero también ampliamente imitado por una mayor cantidad de coetáneos. La meditación y las religiones orientales están de moda entre los nuevos ricos de Silicon Valley desde hace mucho tiempo, pero ahora también por los miembros más jóvenes de la sociedad.

Sauna de infrarrojos portátil

Más allá de su dieta “OMAD” (One Meal a Day, o “una comida al día” por sus siglas en inglés, Dorsey ha recibido críticas por el uso de una sauna portátil que tiene en su casa. Unas potentes bombillas emiten luz infrarroja a su piel mientras que su cuerpo permanece en su interior, separado de las radiaciones electromagnéticas externas por una jaula de Faraday: una malla metálica capaz de bloquear diversos tipos de radiación. “Me siento más energético” “más limpio”, explicaba en una entrevista de radio el 16 de marzo. Después de cada sesión en su sauna “sin radiación electromagnética de los cables, de la Wi-Fi, ni de las antenas de los móviles”.

Irónicamente, la radiación de los móviles o la Wi-Fi no produce efectos moleculares en nuestro cuerpo, mientras que recibir altas dosis de luz infrarroja (radiación electromagnética) a “bocajarro” durante largos periodos de tiempo puede dañar la piel de forma irreparable “penetrando en el cuerpo hasta casi 4 centímetros”.

Donald Trump recibe al CEO de Twitter, Jack Dorsey (derecha), en la Casa Blanca en abril de 2019

© La Vanguardia Ediciones, SLU Todos los derechos reservados.