Cómo viajar solo a Islandia en verano y volver con amigos

2022-06-18 16:09:03 By : Ms. leah wang

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Viajamos a Islandia con WeRoad, la plataforma que está revolucionando los viajes "millenials"

"¿Por qué no organizar viajes en grupo entre personas que no se conocen pero comparten edad e intereses?" Cuando me llegó la propuesta de viajar con WeRoad, a mis 34 años, y leí esta frase pensé que por qué no se me había ocurrido a mí. De hecho, yo mismo acababa de organizar una escapada con 15 amigos cuya única conexión conocida era yo; entre ellos la mayoría nunca se había visto. Y fue, claro, un éxito.

"Por razones de presupuesto, intereses o tiempo para organizar o para irse, cada vez es más difícil para los 'millennials' reunirse con sus amigos y vivir nuevas experiencias", me contextualizaban. No debo ser yo el único raro entonces. Para nada. El 64% del 'target' de WeRoad está entre jóvenes profesionales (de 25 a 35 años o de 35 a 45), no tiene una relación estable, busca huir de la cotidianidad, conocer gente nueva con sus intereses y autenticidad en los viajes, leo más allá. No sé si tú, lector, estás en estas circunstancias pero conmigo dieron en el clavo. Amigos casados y con hijos, agendas imposibles, gustos dispares... ¡Al cuerno! Prefiero viajar solo.

Hasta ahora, o al menos hasta donde yo sé, las opciones eran o irte, en efecto, solo como la una o contratar un viaje organizado en el que no sabes lo que te vas a encontrar a nivel grupal o sumarte a alguna cosa de temática "single" con pinta de dar miedito. Cuando me contactó WeRoad era la primera vez en la que me dio vibra de que aquello podía molar, que podía ser divertido.

Me enrolé en cinco días por Islandia para vivir la experiencia que ellos promueven ya por 190 destinos en los cinco continentes. WeRoad acaba de aterrizar en España pero es un "hit" en Italia, su país de origen, habiendo movilizado a más de 30.000 'WeRoaders' hasta la fecha . Un par de semanas antes de que arrancara mi expedición, y esto es siempre así, me incluyeron en un grupo de Whats App con mis compañeros de aventura para compartirnos el programa general, información de destino, 'tips' de equipaje y matizar o decidir algunas otras actividades extra en función de nuestra apetencia. Este chat, y todas las cuestiones de liderazgo, están en las manos de un coordinador WeRoad, un viajero apasionado con ganas de explorar, igual que todos, y que debe postularse y superar un proceso de selección llevado a cabo por la empresa para valorar sus aptitudes.

Ojo, no son empleados, son trabajadores puntuales, y no son guías turísticos. Esto me lo enfatizaría después Michele, encargado de mi grupo y con quien compartimos, como uno más, nuestra semana. Michele trabaja como 'freelance' en producción, ha recorrido medio mundo y lo sigue haciendo, a su aire o, a menudo, como líder para grupos de WeRoad cuando se lo solicitan. De hecho, es uno de los que más tiempo lleva con ellos una vez pasó las tres fases de entrevistas y pruebas para poder convertirse en coordinador. Esto no va de ir con un guía experto, me insiste, porque a veces se echa de menos, pero va de explorar todos juntos el destino aunque haga falta que alguien, obviamente, se encargue de la logística y tenga el contacto con la empresa.

A Michele le encontré ya al aterrizar en la capital islandesa, en el aeropuerto. Cuando uno contrata como usuario un viaje con WeRoad los vuelos corren de su cuenta porque también quieren dar esa flexibilidad y que nada sea un pack demasiado fijo si uno quiere alargar unos días o hacerse otro itinerario antes o después aprovechando el trayecto. En su web se escoge destino simplemente en base a uno de los dos grupos de edad antes citados, fechas y uno de los cinco 'moods' que ofertan: naturaleza y aventura, monumentos e historia, relax y playa, ciudad y cultura o fiesta y noche. Dependiendo del lugar, todos suelen rondar los 1.ooo euros.

Islandia es claramente el primer 'mood', naturaleza y aventura. Tras reunirnos en el aeropuerto con el resto de integrantes nadie nos espera en la típica 'van', no. Se alquilan coches, como si fuéramos colegas. Y además Michele mezcla en ellos las distintas nacionalidades o a los que ya se conocen entre ellos porque nada te impide hacer este mismo plan con un colega o varios, si prefieres. La integración va a ser total, quieras o no.

Dejamos las maletas en el Storm Hotel de Reikiavik, un establecimiento moderno, funcional, muy nórdico, más que correcto. No es un hotel de lujo, pero correcto: "Procuramos alojarnos siempre en sitios de calidad, no de lujo pero sí cómodos, e intentamos mantener la esencia del destino también en el alojamiento, nada de resorts o grandes cadenas", sigue contándonos, ya a todos, Michele. Las habitaciones dobles se comparten pero nada de 'hostels' de 10 literas con baño común, que ya no tenemos edad.

Siempre hay una primera cena de bienvenida y otra de despedida en los viajes con WeRoad, ambas en sitios recomendados por anteriores viajeros o bien buscados por el guía. Nosotros nos dirigimos al restaurante Forréttabarinn, con ambientazo y buenas recetas de corte local en clave modernita. La trucha ártica sobre crema de pimientos es una de sus estrellas junto a buenas cervezas de allí.

El resto de dietas del viaje no están incluidas, puede que sean en restaurantes o que sean en ruta. Fue nuestro caso al día siguiente, con parada en el supermercado para hacer acopio de ingredientes para sándwiches, bebidas y snacks. Es parte de la gracia del viaje y une. Con los víveres nos encaminamos a los acantilados de basalto de Gerðuberg, a ver las focas de la playa de Ytri Tunga y a adentrarnos de lleno en el paisaje volcánico accediendo a la imponente cueva de lava Vatnshellir, un auténtico descenso al inframundo en la península de Snaefells. La montaña más fotografiada de Islandia, Kirkjufell, también se encuentra en las proximidades igual que el curiosísimo secadero de tiburones y museo Bjarnarhöfn, y esto sí que no sale en todas las guías. En él se cura y se prueba la carne de tiburón madurada que es un manjar gourmet en este país aunque no suele ser del gusto de sus visitantes, aviso. Su particular jamón ibérico, secado al viento durante meses, tiene un potente olor y sabor muy apreciado por estos lares.

Dormimos en otro hotel decente, el Fosshotel de la localidad cercana de Stykkishólmur. Al día siguiente madrugábamos para adentrarnos en el llamado 'golden circle' empezando por el Parque Nacional Þingvellir, donde se sitúa la falla que nos separa del continente americano y a través de la que puede hacerse esnórquel si no se quiere recorrer a pie sin más. El potente géiser del área geotermal Geysir es otra de las grandes atracciones pero nada comparable a las salvajes cataratas Gullfoss, indómitas e inolvidables.

Para inolvidable, una de las últimas vivencias de esta escapada express a Islandia (en WeRoad hay desde periplos breves como este hasta vacaciones de dos semanas). Fue el ascenso y descenso, de unos 6 kilómetros de paisajes surcados de verde y columnas de humo, hasta encontrar el río termal que surca el valle de Reykjadalur, a 60 grados de temperatura. El chapuzón aquí, casi a las 11 de la noche disfrutando del sol que no se pone en los meses más cálidos, fue impagable.

Otro spa, este artificial, es la Blue Lagoon que tiene fama en el país y que se encuentra en las inmediaciones de Reikiavik. Es un complejo en el que, ya sí, restaurantes, bares y terapias varias dan a los islandeses la sensación de un verano de calor que no tienen como tenemos en el sur de Europa. Piscinas templadas, saunas y baños de vapor al aire libre componen una jornada de relax que se puede completar, tal y como WeRoad nos ofreció a nosotros, con un tour extra para descubrir las islitas en las que anidan y viven los divertidos pájaros frailecillos.

Una caminata por la capital, en creciente desarrollo en los últimos años y con curiosa arquitectura, y hasta una noche de marcha en discotecas como Pablo, sin dejar de ver nunca la luz del sol, tiene que terminar con el elegido hace un par de años como el mejor perrito caliente del mundo, el del puesto Bæjarins Beztu al lado del mencionado sitio de marcha.

No obstante, lo mejor de esta experiencia no son ni las millas recorridas ni los lugares, desde luego. Compartí aventuras con algunos italianos, ingleses y españoles. Éramos desconocidos y, después de esta especie de campamento de verano, seguimos echándonos de menos y prometiendo reencuentro pronto. Habitualmente los grupos de WeRoad suelen ser de una única nacionalidad pero se plantea, cada vez más, mezclarlas. Visto nuestro resultado particular y la juerga de la última noche, ojalá lo hicieran. Personalmente, ya estoy mirando mis próximas vacaciones con ellos.